jueves, 15 de noviembre de 2018


Tu Mirada
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            A veces me pasa que tu mirada, bueno, tu mirada pasa y me confunde, es como si nunca nadie la hubiese podido descifrar, pero a la vez es como si en ella pudieses ver el universo y la vida misma. Tu mirada es como la fría brisa de invierno anunciando la pronta llegada de la primavera. A veces en la vida el amor se esconde en lo profundo de una mirada, y tu mirada, ¿cómo decirlo? Pues tu mirada no es como las muchas que se han topado en mi camino, según un viejo refrán los ojos son la ventana del alma, pero para mí tus ojos son el camino a la felicidad. Y quizás suene absurdo pero no logro encontrar cosa más perfecta que el brillo que emerge de tu mirar, porque es como si emanara una leve tormenta en la cual eh quedado atrapado como prisionero en los sinfines de tu alma. Y Tal vez sea obsceno decirlo pero nunca me había entregado a alguien como me entregue a tu mirada, porque al verte me sentí arrastrado por el fuerte magnetismo que solo se produce en dos polos opuestos.

Estabas Allí.

Y si, ¡allí estabas! esperando por mí como quien mira el cielo con la esperanza de ver una estrella fugaz para que esta cumpla su destino y con un poco de suerte se convierta en el amor de tu vida. Estabas allí, con la mirada perdida como quien sueña despierto y entre la confusión de lo que es o no real intenta vivir en un mundo y el otro. Y es curioso porque a estas alturas ni yo sé si en verdad tú eres real o solo producto de mi imaginación o peor, de mi soledad. Solo sé que de algún modo te vi allí, y esta vez era yo quien veía la estrella y no hubo necesidad de pedir deseo alguno porque mi deseo eras tú y allí estabas, esperándome en la nebulosa de orión con la seguridad de que algún día yo llegaría y te llevaría conmigo entre orbitas nunca exploradas entregándote un universo en el que solo tu pudieses brillar…
Siempre estuve aquí, dejando mis huellas a la orilla de la playa con la ilusión de que algún día alcanzaras mis pasos, y he de confesar que en ocasiones tuve miedo; miedo de no ser yo lo que tú tanto buscabas, y por ende preferí esconderme en el aleteo de las aves que vuelan en busca de un nuevo rumbo. En la espina de cada rosa que se abría ante el roció de la mañana con el anhelo de no ser cortada. Te espere en cada puesta de sol con la mirada perdida en el horizonte tratando de entender el porqué de tu tardanza. Y finalmente decidí esperarte en la cuna de las estrellas nacientes para que al ver el cielo fuese mi brillo quien te guiase hasta mí. Y finalmente llegaste y estamos aquí, distantemente unidos por un mismo sentimiento...